"Me sorprende que hayas llegado hasta aquí con éxito", fue la primera frase que me dijo un nuevo médico tras revelarme que tengo Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Por desgracia, no era la primera vez que me decían que, como mi cerebro funciona de forma diferente, mi éxito era mera suerte.
Yo, como muchos otros, me identifico como neurodivergente (una discapacidad "invisible"). Las personas neurodivergentes piensan, se comportan y aprenden de forma diferente a lo que se considera "típico" en la sociedad. Las personas pueden identificarse con el TDAH, el autismo, la dislexia, el TOC, el Asperger, el trastorno del procesamiento sensorial, el síndrome de Tourette, etcétera. Es importante señalar que muchos de nosotros no nos identificamos como discapacitados, pero esto varía dependiendo de la persona.
El mayor reto al que me enfrenté al crecer y al que me sigo enfrentando es intentar obligarme a encajar en entornos neurotípicos o a actuar como si tuviera un cerebro neurotípico y, por desgracia, no soy la única. Ya sea en la escuela o en el trabajo, muchos de nosotros hemos sido entrenados para cambiar nosotros mismos para adaptarnos al entorno, en lugar de ajustar el entorno para que se adapte a nosotros.
Esta semana he tenido la oportunidad de asistir virtualmente a la Conferencia Anual Disability:IN y, tras participar en varias sesiones, me ha quedado muy claro que debemos reconocer activamente las diferencias cognitivas como parte de nuestros esfuerzos de diversidad e inclusión. Apoyar la neurodiversidad significa aceptar que las "diferencias" cerebrales son normales, no déficits; y apoyar la neurodiversidad en el lugar de trabajo debería considerarse una oportunidad de D&I.
He aprendido algunas cosas clave de la conferencia:
Los líderes y las empresas que han centrado su atención en la diversidad, la equidad y los esfuerzos de inclusión han hecho enormes progresos hacia la igualdad en materia de raza, género y orientación sexual, pero ahora es el momento de incluir las discapacidades como parte de esas iniciativas. Para lograr realmente la igualdad y fomentar un entorno integrador, es esencial incluir y apoyar a quienes tienen discapacidades, ya sean visibles o invisibles.
Al igual que todos tenemos formas, tamaños y color de piel diferentes, nuestras diferencias neurológicas forman parte de nosotros y de la humanidad.
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